miércoles, octubre 22, 2008

dos

Se ha despertado. Y respira pesadamente. Nota sus piernas muertas en el colchón. Siente calor en la nuca. Tiene la piel pegajosa de sudor que ya se ha secado varias veces. Y se rasca el brazo y tiene algo entre las uñas. Es un mosquito chafado y su propia sangre, salida del estómago, o equivalente, en el mosquito. Tiene una erección dolorosa enredada en los calzoncillos. Le jode especialmente despertarse a media noche. Él que siempre duerme tan bien... Este tipo de sueños le dejan pensando en cosas extrañas durante todo el día siguiente.



El chico que tendrá a su izquierda en el metro estará leyendo algo de Alá. No alcanzará a leer el título entero del libro. Oirá, de sus auriculares, a Bon Iver. El metro se parará al lado de otro convoy. A su derecha, detrás de un cristal, unos centímetros de vía y otro cristal, se sentará una rubia en dirección contraria. Dará golpes en el cristal. Intentará captar la atención del chico que lee. El metro de la rubia acelerará y cuando decida avisar al chico, ya será demasiado tarde.