miércoles, noviembre 22, 2006

Mucho más tonto

Entró en el callejón sin salida desangrándose y los testigos de Jehová sonreían.
En el trabajo decidió poner el mismo disco entero por cada cosa horrible que hicieran sus compañeros. Más tarde preparando una manzanilla se acordó de Apio y Nuna* y le pareció oler a pelo de perro sudado. Le pasaba por la cabeza servirse una copa por cada cliente tonto, pero se confundía con las combinaciones y el botón del play. Si se agachaba se le veían las tetas y el señor que comía jamón a mordiscos de la barra miraba sin disimulo, hacía “humf humf“ con hilos de grasa enganchados entre los dientes.
En el laboratorio le enseñó a Lestat cómo se revelaban los negativos.
A tientas le rozaba los dedos fríos con uñas largas. Dicen que o te adaptas o mueres, y eso es exactamente lo que él hacía.

*leer Notas Caninas