En una terraza de un bar en el centro, lleno de gente con perros bulldog, hablando argentino o inglés.
El pintor estaba en la librería de delante del bar y desde dentro, por el cristal, me dijo que me esperara, que ya salía.
No había ninguna mesa bacía, y con su característica amabilidad despistada les pidió a un chico y una chica si podíamos compatir mesa. La chica al principio hizo una expresion extraña, creía que le queríamos vender algo o que eramos malos, pero tras un par de bromas y decirle a la camarera que lo pagaban todo ellos, se rió un poco, se tranquilizó y se concentró en el chico.
Tuve que rebuscar en mi cerebro para poder contarle cosas interesantes que él rebatía superándome.
Al rato, cuando quedaba un tercio de voll-damm (no quedaba otra marca), llegó la novia, argentina, alta y delgada, melena larga y lisa, con su bicicleta, con su pintalabios y su colorete rojos carmín a juego con un collar de coral y algún que otro detalle en sus uñas de los pies, cordones de los zapatos o copa de vino tinto.
Él es hábil. Con la excusa de ir al baño, pidió la cuenta, la pagó y vino a la mesa a decir que ya tenían que irse.
Pues sí, nos tenemos que ir.
El pintor estaba en la librería de delante del bar y desde dentro, por el cristal, me dijo que me esperara, que ya salía.
No había ninguna mesa bacía, y con su característica amabilidad despistada les pidió a un chico y una chica si podíamos compatir mesa. La chica al principio hizo una expresion extraña, creía que le queríamos vender algo o que eramos malos, pero tras un par de bromas y decirle a la camarera que lo pagaban todo ellos, se rió un poco, se tranquilizó y se concentró en el chico.
Tuve que rebuscar en mi cerebro para poder contarle cosas interesantes que él rebatía superándome.
Al rato, cuando quedaba un tercio de voll-damm (no quedaba otra marca), llegó la novia, argentina, alta y delgada, melena larga y lisa, con su bicicleta, con su pintalabios y su colorete rojos carmín a juego con un collar de coral y algún que otro detalle en sus uñas de los pies, cordones de los zapatos o copa de vino tinto.
Él es hábil. Con la excusa de ir al baño, pidió la cuenta, la pagó y vino a la mesa a decir que ya tenían que irse.
Pues sí, nos tenemos que ir.
1 comentario:
¿mesa Bacía?
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